Thursday, November 25, 2010

Ditirambo

DITIRAMBO

Tu nombre,
Nombre de nueve letras,
Es una brasa de nueve puntas,
de nueve filos,
de hierro Hirviente,
Asesino,
Letal.

Tu recuerdo, -una ceiba roja en un otoño imposible-,
Se deshoja lentamente, y mientras más imperfecto se hace,
Más invencible me parece tu cuerpo glorioso;
Eterno.

Nueve letras, tan solo nueve. Pero contienen un Mar ancho,
Impenetrable y oscuro, como tu alma de nieve.

Nueve letras, sólo son nueve. Pero desde las últimas seis se alza una Torre,
Pequeña y antigua, desde cuyo extremo oriental se contempla el Mar de tu ser Desnudo;
Eterno.

Desde la Garita que las letras –de tu nombre- contienen,
Contemplas tranquilamente el Mar,
Con tus ojos inescrutables,
Con tus dos lunas mustias,
Cándidas y tristes,
Con tus ojos de niña.

Y en ese lugar,
En medio de la nada,
En ese punto perdido de la Vía Láctea,
El Astro Mayor ilumina tu rostro.

Pareces entonces, -mientras observas el Océano Azul y Melancólico de tu propia infinitud-, un cuadro de mortuoria vivacidad, de pátina y oro, de vesanía y de lucidez, de cielo nocturno y de tierra estival.


Y entretanto yo, juego con las letras de tu nombre, e intento apaciguar la terquedad abyecta y encendida de mi corazón, que lucha desesperadamente por olvidarte, pero no puede.

Camilo Enciso.

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