Thursday, November 25, 2010

Renunciación

RENUNCIACIÓN
11 de junio de 2005

Mañana partirás a un lugar remoto, lejano. Pero no te irás, porque tú alma ya me pertenece. Ya está enterrada en éste corazón que te está queriendo. Ya están incrustadas en mí, para siempre, astillas luminosas de tu perfección gloriosa y eterna: en mi pecho, en mi mente, en mis sueños, en mis labios. Retazos de tí, clavados en mí carne, en mi espíritu, en mi piel, que es más tuya que mía… Ya no me pertenezco: soy tuyo. Renuncié a mí.

Y después irás aún más lejos. Pero iré contigo. Y cuando estés en la tierra de las grandes dinastías, de los Qing, de los Tang, de los danzantes de la primera luna, de las grandes revoluciones, de la Gran Muralla; cuando estés en la tierra que tiene ríos con nombres de colores; cuando estés en la tierra de los boxers, en la tierra de Mao, de los campesinos hambreados y laboriosos; cuando estés en el fin del mundo; en la tierra con la que todo veneciano alguna vez soñó; en la tierra de los hombres y mujeres de ojos rasgados y pequeños, como los tuyos; cuando mires al horizonte desde la más alta atalaya de una de las grandes maravillas del mundo que pronto habrás de conocer, y sientas la brisa de un gran viento del pacífico acariciar tu rostro, y mires alrededor en busca de mí piedra, yo estaré ahí, viviendo en tí… palpitando en tí.

Y cuando el sol de la tarde ilumine tu espalda, y tu alto cuello trastorne al mundo, y cuando los hombres en las calles de ese extremo del planeta se detengan ante tí… ante la aterradora fuerza de tu belleza inmortal… y te des cuenta de ello, pensarás que un hombre que te ama, entre sueños, sufre por tí.


Camilo Enciso

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